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Esos ultimátums y amenazas
son manipulaciones agresivas, que surgen en base al miedo y generan
ponerse a la defensiva. Esencialmente es un agarre por el control. La
persona que es el blanco perfecto para los ultimátums y amenazas es presionada para abrirse y negociar
en buena voluntad. Las tácticas mano dura solamente resultan en un
comportamiento basado en el miedo. Aún si el abusador se sale con la
suya, la victoria viene acompañada con una etiqueta muy cara.
Marcos y Paula (así les pondremos) vinieron a terapia porque había mucho dolor en su relación. Cada mes tenían problemas con el sexo o con el dinero o con la decoración de la casa, o la compra del carro. En aquéllas ocasiones en aquellos intercambios de furia que escalaban hasta el punto de ebullición, Paula empezaba a gritar. "Mañana llamaré al agente de bienes raíces para poner esta casa en el mercado, y voy a llamar a mi abogado para que nos divorcie también. No puedo permitir este abuso!" Marcos generalmente era el paciente, asegurándole a Paula que todas las cosas se compondrían y le aseguraba que aún habían cosas en el matrimonio que valían la pena salvarlas. Entonces las cosas se arreglaban hasta la siguiente explosión.
La constancia de Marcos tranquilizaba a Paula cuando se ponía explosiva. Este patrón se enmascaró en un sentido falso de seguridad. Ambos creyeron que su trabajo era tranquilizar la explosión de Paula, y que Marcos siempre podría, ya que siempre lo había hecho.
Consecuentemente, Paula nunca sintió la necesidad de aprender como manejar su propio temperamento. Lo que nadie esperaba era que Marcos renunciara a ser el moderador matrimonial.
Un día Paula nuevamente intentó amenazar a Marcos de divorciarse si él no hacía lo que ella quería. Durante esta explosiva y especial reyerta, el ciclo finalmente se rompió.
Esta vez Marcos no quiso aquietarla. "Okey, hazlo sigue adelante: pero hazlo! él se lo dijo. "no puedo vivir más así". Paula no podía creer lo que escuchaba, pero tuvo que creerlo. En un período de dos semanas, se separaron. Miguel se mudó y consiguió un buen lugar para vivir.
Paula quedó en shock. Ella se dio cuenta que no había manipulación de su parte. El estaba seguro de ello. Ella pensó que podría continuar con ese show de las tácticas manipulativas. Pero todos tienen un límite, y Marcos lo había alcanzado. El se dio vencido para seguir con lo mismo, aún para seguir intentando. En las siguientes sesiones, Paula estaba muy arrepentida por haber sido tan deshonesta. Admitió que amaba a Marcos, que quería seguir con el matrimonio, que aún ella amaba la casa en la que amenazaba con vender. Ella reconoció que todas sus amenazas no tenían fundamento y que finalmente se dio cuenta lo que realmente quería. Pero era ya demasiado tarde - Marcos no quiso volver con ella. Fue una lección muy dolorosa para Paula, pero le ayudó a convertirse en una mujer responsable de lo que ella expresaba, una lección que nunca pudo olvidar.
Marcos y Paula (así les pondremos) vinieron a terapia porque había mucho dolor en su relación. Cada mes tenían problemas con el sexo o con el dinero o con la decoración de la casa, o la compra del carro. En aquéllas ocasiones en aquellos intercambios de furia que escalaban hasta el punto de ebullición, Paula empezaba a gritar. "Mañana llamaré al agente de bienes raíces para poner esta casa en el mercado, y voy a llamar a mi abogado para que nos divorcie también. No puedo permitir este abuso!" Marcos generalmente era el paciente, asegurándole a Paula que todas las cosas se compondrían y le aseguraba que aún habían cosas en el matrimonio que valían la pena salvarlas. Entonces las cosas se arreglaban hasta la siguiente explosión.
La constancia de Marcos tranquilizaba a Paula cuando se ponía explosiva. Este patrón se enmascaró en un sentido falso de seguridad. Ambos creyeron que su trabajo era tranquilizar la explosión de Paula, y que Marcos siempre podría, ya que siempre lo había hecho.
Consecuentemente, Paula nunca sintió la necesidad de aprender como manejar su propio temperamento. Lo que nadie esperaba era que Marcos renunciara a ser el moderador matrimonial.
Un día Paula nuevamente intentó amenazar a Marcos de divorciarse si él no hacía lo que ella quería. Durante esta explosiva y especial reyerta, el ciclo finalmente se rompió.
Esta vez Marcos no quiso aquietarla. "Okey, hazlo sigue adelante: pero hazlo! él se lo dijo. "no puedo vivir más así". Paula no podía creer lo que escuchaba, pero tuvo que creerlo. En un período de dos semanas, se separaron. Miguel se mudó y consiguió un buen lugar para vivir.
Paula quedó en shock. Ella se dio cuenta que no había manipulación de su parte. El estaba seguro de ello. Ella pensó que podría continuar con ese show de las tácticas manipulativas. Pero todos tienen un límite, y Marcos lo había alcanzado. El se dio vencido para seguir con lo mismo, aún para seguir intentando. En las siguientes sesiones, Paula estaba muy arrepentida por haber sido tan deshonesta. Admitió que amaba a Marcos, que quería seguir con el matrimonio, que aún ella amaba la casa en la que amenazaba con vender. Ella reconoció que todas sus amenazas no tenían fundamento y que finalmente se dio cuenta lo que realmente quería. Pero era ya demasiado tarde - Marcos no quiso volver con ella. Fue una lección muy dolorosa para Paula, pero le ayudó a convertirse en una mujer responsable de lo que ella expresaba, una lección que nunca pudo olvidar.
Les deseo una maravilloso fin de semana, Dios nos proteja y cuide a todos,
Carol
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